¡Yo
aviso!
Aviso a Seat, Renault, Vw, Ford, Opel… de que
he reparado mi viejo coche y que ya he descartado completamente cambiarlo.
Aviso al BBVA, Santander, La Caixa, Kutxa… de que he renunciado a aquella
compra que tenía pensada y que no necesitaré ya pedir ningún crédito. Aviso a
Bimbo, Nestlé, Danone, Campofrío, Henkel, Fairy, Ariel… de que me he convertido
en un experto en marcas blancas, que son las únicas que llenan ahora mi carro.
Aviso a El Corte Inglés, Inditex, Cortefiel,
Hispanitas… de que ya solo compro ropa en outlets o en rebajas. ¡Ah! Y que
conozco todas las modistas de arreglos de mi barrio. Aviso a Cepsa, BP, Repsol,
Shell, Petronor, Avia… de que me acostumbré a conducir despacio cuando la
limitación a 110 y que ahora paso de largo por muchas gasolineras. Y, por
supuesto, en los viajes largos uso el bus.
Aviso a Prisa, Vocento, Mediapro, Mediaset,
Euskalte y MoviStar que la TV de pago ni siquiera la tengo como opción y que he
descubierto que se vive perfectamente sin comprar todos los días, todos los
periódicos. Aviso a las cadenas Barceló, Sol, Zenith, Meliá… de que ya he
reservado plaza en un camping para este verano en lugar del hotel de playa de
los pasados años.
Soy un privilegiado, tengo un buen sueldo,
excelente en comparación con el de la mayoría de mis amigos, así que estas
decisiones no son nada comparadas con las que, sí o sí, han de tomar ellos y otros muchos millones de
consumidores. Porque – señores – no olviden que austeridad es NO COMPRAR.
Quienes hoy aplauden entusiasmados esta
reforma laboral que precariza los empleos, que expulsa a la clase media del
mercado, que destroza la esperanza de los jóvenes más preparados que miran al
extranjero como hicieron sus abuelos, mejor harían en no recalentarse las manos
con tanta ovación porque tal vez las necesiten para cavar con ellas la tumba de
los negocios que hasta ahora les hicieron ricos.
Quien paga sueldos “nimileuristas” no puede
ser tan tonto como para creer que el resto de las empresas no harán lo mismo
que él y que, por lo tanto, al cabo no habrá consumidores capaces de comprar lo
que él tanto necesita vender. Es obvio. Falta solo saber cuánto tardarán en
darse cuenta y a cuánta gente habrán destrozado para entonces.
Aviso de que mi huelga particular empezó
antes del 29 y se prolongará mucho después ¿Y la de usted?
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